Entre y siéntase en su casa

Por Miguel Terry Valdespino

Las puertas de casa de Zoila Díaz Rodríguez nunca están cerradas. Tampoco las de su curiosa “paladar” El Tanque, adonde llegan artistas mayores y menores de cualquier parte del mundo a compartir un café, consumir un tamal en cazuela, algunos tragos ardientes de ron, un buen vaso de vino o un delicioso coctel de frutas y, al final de la velada, no pagar un centavo, porque para Zoila (no se cansa de repetirlo esta mujer) los artistas son sagrados, unos seres que, contrariamente a lo pensado en viejos y retardatarios tiempos, no tienen conexión con el diablo, sino con los más altos estandartes del cielo, , donde, según una respetable fuente, “ya tienen asegurado su pedacito”.

Los artistas que solemos arribar frescamente a El Tanque, a la hora que mejor nos parece, de vez en cuando le preguntamos: “Zoila, tus pérdidas con nosotros deben ser terribles¨. Pero Zoila responde como ya no responde casi nadie en este mundo: “No me interesa el dinero en absoluto, me interesan los artistas¨. Y para esta respuesta especialmente diáfana, no existe todavía ninguna contrarrespuesta…y tal vez no exista nunca.

Quizás por su condición de artesana con unas dotes asombrosas para la muñequería, le venga su vocación de servir a los artistas siempre. Pero no. Tengo la impresión de que las puertas abiertas y la generosidad de Zoila no obedecen a su talento artístico, sino a su gran corazón, al que tocan, como a una puerta lista para abrirse y dar refugio al amigo y al caminante, lo mismo el artista de primera fila, el de segunda, el de la fila final, que amigos, vecinos, locos…y trashumantes de toda laya y estirpe necesitados de mares de afecto y energía positiva

Hoy sería imposible contar cuántas grandes personalidades de la cultura cubana han pasado por los predios del tanque y cuántos han recibido allí la condición de Huésped Ilustre en medio de largas horas de frutal conversación y animado intercambio: Teófilo Stevenson y Mongo P. , a quienes la unió una amistad extraordinaria, Fina García Marruz, René de la Nuez, Pedro Pablo Rodríguez, Aracely García Carranza, Sergio y José María Vitier, Ángel Silvestre, Pedrito Calvo, Lina de Feria, Julio Acanda, Juan Quintanilla, Guillermo Rodríguez Rivera, José Miguel Sánchez (Yoss), Miguel Terrry Valdespino, Ezequiel Sánchez Silva…y otros muchos que harían esta lista sencillamente interminable.

Pero Zoila no está conforme. Como bautense de raza, sueña que alguna vez el tanque que da nombre a su curiosa paladar y símbolo inmortal de Bauta, volverá a elevarse a la entrada del pueblo, tal como estuvo desde 1946 hasta su estrepitosa caída por los embates del ciclón Charly en agosto de 2004.

En tiempos no muy lejanos intentó que ocurriera. Por esos azares de la vida cotidiana, un buen día descubrió un tanque, completamente en desuso y con muy parecidas características, sobre el techo del hospital La Dependienta, en La Habana. Entonces buscó al administrador del centro médico, le contó que el tanque era para Bauta lo mismo que el gallo para Morón, y este le dijo: “Si buscas un conduce en el gobierno de Bauta, en el que se recoja el pago del peso bruto neto del tanque a Materia Prima, te lo llevas ahora mismo¨.

Zoila regresó a Bauta con la buena nueva y todos se aprestaron a ayudarla de inmediato, incluso hasta con aportes financieros. Los bautenses, sin dudas, querían que otro tanque, si no igual por lo menos semejante, se levantara en el lugar del tanque caído y destrozado por el Charly. Intención vana la de Zoila Díaz. La burocracia, como siempre, terminó arruinando su esperanza y, de seguro, la de miles de bautenses con residencia en el municipio y fuera de este.

“Es verdad que al tanque de La Dependienta le falta la tapa, pero estoy segura que los artistas de este pueblo se la hubieran construido”, dice compungida y a la vez orgullosa esta mujer mientras me muestra las décimas que la poetisa Idalmis…dejó escritas en un doile: Casi en la curva el metal/era una blanca paloma/la nostalgia se me asoma/al no verlo en el umbral./Un accidente abismal/se lo llevó de repente/pero ahora en el presente/reponerlo nos conviene/porque este pueblo no tiene/la culpa del accidente.

Mientras Zoiia sueña más con el tanque emblemático de Bauta que con su propio tanque, los artistas siguen llegando a su buscar refugio en su guarida, a dejar frases, nombres y dibujos sobre las paredes de un sitio que, como la misma Zoila asegura, “más que mío, es de ustedes¨.

Paladar El Tanque en pleno fiestón